'Anatomía de una caída': un viaje por las aristas de una relación

'Anatomía de una caída': un viaje por las aristas de una relación

3’5 Butacas de 5

La ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes nos propone un viaje por las aristas de una familia que se desmorona tras una caída mortal. Anatomía de una caída es la nueva película de la realizadora francesa Justine Triet que narra con pulso firme las luces y las sombras de una relación de pareja entre Sandra y Samuel. Con más incógnitas que certezas, la cinta explora temas tan complejos como la culpa, la verdad, el duelo, la paternidad o los celos a través de un trágico suceso.

Sandra, una escritora alemana, vive con su marido Samuel y su hijo ciego, Daniel, en un chalé en medio de los Alpes franceses. Cuando Samuel fallece en misteriosas circunstancias, la investigación no puede determinar si se trata de un suicidio o de un homicidio. Sandra es arrestada y juzgada por asesinato, y el proceso pone su tumultuosa relación y su ambigua personalidad en el punto de mira.

Anatomía de una caída juega muy bien todas sus cartas de manera que la ambigüedad se impone siempre sobre lo racional. Lo pasional se entremezcla con la verdad y empaña cualquier atisbo de solución al problema. Tras la trágica caída de Samuel, la cinta establece un recorrido judicial que, metafóricamente, hace referencia al proceso de duelo que viven los personajes. Todo se pone en cuestión y al espectador le cuesta situarse de un lado o de otro.

Durante toda la película ambos lados del proceso tratan de dilucidar si la caída fue intencionada o se trata de un suicidio. Ninguna de las dos partes parece tener la suficiente consistencia como para imponerse a la otra. En un tira y afloja constante, Justine Triet nos muestra las costuras de una familia imperfecta y llena de huecos que solo ellos pueden rellenar. La cinta cumple su objetivo y sirve como ejercicio mental. Cuando no conocemos la verdad, cuando no contamos con información suficiente para dar sentido a unos hechos, nuestro cerebro suele rellenar esos huecos con imaginación y suposiciones que poco o nada tienen que ver con la realidad.

Anatomía de una caída coloca al espectador en un espacio liminal donde se siente incómodo. El interés por conocer qué y cómo ha sucedido se va diluyendo a medida que la trama avanza, poco a poco interesa más el porqué de la situación. Sin embargo, allí tampoco parecen hallar nada claro los personajes. Una tragedia aparentemente inexplicable que agita los cimientos de una madre y un hijo que se conocen mejor durante este proceso. Un viaje doloroso y lleno de misterio del que es difícil salir airoso.