'Guardianes del museo': volver a mirar a Rusia con ternura

'Guardianes del museo': volver a mirar a Rusia con ternura

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Este 23 de febrero llega a las salas españolas la película de animación rusa Guardianes del museo. Dirigida por Vasiliy Rovenskiy, nos trae una serie de buenas noticias. La primera es que los más pequeños de la casa, en un presente oscuro en el que, por desgracia, nadie foráneo puede pisar suelo ruso, pueden hacer volar su imaginación y recorrer las calles de la mágica San Petersburgo.

La segunda es que tienen la oportunidad de conocer un poco de Historia y saber que el planteamiento de Rovenskiy, que una serie de gatos protegen las obras de arte del Museo del Hermitage de la voracidad de los ratones, tiene su resonancia de realidad… O de una fantasía que merece ser real. Y es que la población local asume como propios, además de las presencias fantasmagóricas (que también se hacen presentes en la cinta), a sus héroes gatunos, forjadores de la memoria en unas calles que recorrió Dostoievski cuando el edificio que hoy alberga algunos de los mejores cuadros de todos los tiempos fue la residencia imperial de los zares. Un mundo del que ya no queda rastro alguno.  

De todo ello nos habla una película de poco más de 80 minutos protagonizada por el ingenuo gato Vincent y el locuaz ratón Maurice, unidos por un encuentro casual en una embarcación a la deriva que, fruto de un azar aún mayor, acaba con ellos en el Hermitage. El primero lo desconoce todo del museo, pero para el segundo es un sueño cumplido: heredero de una familia que ha enfocado su vida en zamparse obras de arte (cuanto mayor es la calidad del cuadro, más goza su paladar), aquí se encuentra ante una explosión de los sentidos. Y es que, al día siguiente, llega ni más ni menos que la obra más inmortal: la Mona Lisa de Leonardo da Vinci.

Eso sí, Vincent, recién incorporado al heterogéneo equipo de defensores de tal alud de belleza (si fallan en su misión, serán expulsados de su particular paraíso), será quien deba impedírselo. Otra cosa es que le desvíe de tan importante reto su incipiente amor por Cleopatra, una gata egipcia que acaba de conocer y que le embelesa los sentidos…

En definitiva, están todos los ingredientes para que los más pequeños (solo ellos, pues esta no es una película infantil que pueda entretener a muchos adultos) disfruten con una historia que nos invita a volver a mirar a Rusia con ternura. Y eso, aunque le falte algo de ritmo a la cinta y se tenga la sensación de que se podía haber aprovechado mucho más una idea genial, no es poco.