4 Butacas de 5
¿Qué pasaría si uno de los más grandes narcotraficantes del país te pide a ti, como abogada, que le gestiones un cambio de género? Con esta premisa tan atractiva y el envoltorio de un musical, Jacques Audiard despliega un nuevo universo visual en Emilia Pérez. Una película sobre la identidad que lanza dardos envenenados a una sociedad corrompida como la mexicana.
Sobrecualificada e infravalorada, Rita (Zoe Saldaña) es una abogada de un gran bufete que un día recibe una oferta inesperada: ayudar al temido jefe de un cartel a retirarse de su negocio y desaparecer para siempre convirtiéndose en la mujer que él siempre ha soñado ser.
El director francés se atreve a adentrarse en la baja sociedad mexicana para retratar un caso particular y curioso. Nunca nadie pudo imaginar que el mayor sueño de un narcotraficante era abandonar su vida y cambiarse de género. La película nos introduce en este mundo de la mano de su protagonista, una abogada cansada de defender casos de violencia y estar comiendo con unas manos manchadas de sangre. Es por ello que no duda en aceptar la suculenta oferta.
Emilia Pérez no solo es un viaje por lo más profundo de México, sino también un retrato sobre la identidad en todas sus formas y colores. ¿Puede un cambio de género implicar un cambio de alma? ¿Pueden cambiar las personas? Audiard planta un campo de preguntas mientras se divierte con canciones y coreografías originales e interesantes.
La película se desinfla poco a poco desde su inicio, para terminar con un desenlace pobre y atropellado. Quizá su punto más débil sea una narrativa que va vaciando su cargador de forma indiscriminada. Todas sus intérpretes están correctas, con la sobresaliente actuación de Zoe Saldaña y la pata coja del banco que es Selena Gómez.
Emilia Pérez es una película muy entretenida que conoce muy bien el tablero sobre el que coloca sus fichas. Un narcomusical que reflexiona sobre las crisis de identidad y la posibilidad de purificar el alma.