'La historia de Souleymane': El rostro invisible de la migración

'La historia de Souleymane': El rostro invisible de la migración

4’5 Butacas de 5

En un París donde las luces no brillan para todos, “La historia de Souleymane” junto con su director Boris Lojkine, entregan un drama social sobrio, visceral y humano que te atrapa desde el primer plano y no te suelta hasta el último suspiro.

Souleymane pedalea, pero no avanza. Reparte comida en una ciudad que no le pertenece mientras repasa mentalmente una historia que no sabe si podrá contar con suficiente claridad. En dos días enfrenta su entrevista para pedir asilo, y el futuro de su vida en Francia, y de su familia en África, depende de esa única oportunidad.

La película es un ejercicio de minimalismo narrativo, pero de intensidad emocional máxima. Cada entrega, cada retraso, cada mirada esquiva o gesto de desprecio de quienes lo rodean, se acumula como piedras en la mochila de este joven migrante. Abou Sangaré da una actuación conmovedora, contenida pero poderosa, que en ningún momento busca compasión, sino dignidad.

La fotografía de Tristan Galand merece su propio aplauso. Sobria, naturalista y sin artificios. La cámara está encima y por detrás de Souleymane como si fuese una extensión de su ansiedad. Nos mete en su piel, en su desesperación, en su agotamiento físico y emocional. Solo vemos un París áspero, frío y hostil.

La cinta no se victimiza, pero tampoco suaviza. Pone el dedo en la llaga de un sistema burocrático que pretende humanidad desde una postura mecánica e insensible. Los refugios, los rechazos, la vulnerabilidad constante y todo esto mientras tratas de mantener un trabajo precarizado, una relación rota por la distancia y una familia que espera respuestas.

El clímax de la película es sencillamente brutal. No en violencia explícita, sino en tensión emocional. Es de esos momentos en los que olvidas que estás viendo una ficción. El final, sin revelar detalles, no ofrece una resolución feliz ni trágica, sino honesta. Una que te deja reflexionando mucho después de que aparecen los créditos.  

Más allá del drama migratorio, esta es una historia de supervivencia emocional. De cómo un joven intenta sostener su dignidad cuando el mundo entero parece empujarlo al abismo. Con una duración justa, una narrativa ágil, actuaciones sólidas y una dirección firme, “La historia de Souleymane” es una joya del cine social contemporáneo. Te obliga a mirar a quienes suelen ser invisibles, te incomoda y te enseña.