3’5 Butacas de 5

Este viernes 30 de mayo se estrena en cines de España La trama fenicia (2025), la nueva película de Wes Anderson (El Gran Hotel Budapest) que viene de competir en la sección oficial del Festival de Cannes, y enriquece aún más su imaginario fílmico recurriendo a su característico tratamiento formal.
El magnate Zsa-zsa Korda (Benicio del Toro) y su hija Liesl (Mia Threapleton), una monja con la que tiene una difícil relación y a la que quiere dejar toda su fortuna, se embarcan en una peligrosa aventura con toda clase de personajes, intentando librarse de una trama de espionaje.

Wes Anderson es uno de los cineastas posmodernos más reconocibles. Uno o dos planos de cualquiera de sus obras bastarían para identificar su autoría. Es un autor absoluto que además de dirigir escribe sus obras, y que siempre impone su visión artística por encima de todo mostrando un compromiso por sus ideas abrumador. Sus rasgos autorales son tan notables que a menudo pueden saturar al espectador e incluso ocasionar un desequilibrio entre el argumento y la forma, como siento que ocurría en sus últimas películas. Sin embargo, en La trama fenicia, Anderson logra ajustar la balanza y entrega una película realmente disfrutable, en la que, además de observarse el notable pulimiento de una técnica cada vez más perfeccionada e identitaria, no da una sensación general de vacío en su contenido.

Drama y comedia convergen como lo suelen hacer en el cine del estadounidense, aunque la segunda triunfe siempre más pues, a pesar de la seriedad de algunas situaciones y la reflexión sobre la familia que construye la película, el tratamiento artificioso de todos sus aspectos ─personajes, puesta en escena, etc.─ y la intencionada mirada satírica y ridícula que Anderson articula estimulan en mayor medida la jocosidad del relato, dando lugar a algunas escenas realmente tronchantes. Imaginad que un trato de inversión millonaria se decide de forma inesperada con un duelo de baloncesto entre el protagónico Benicio del Toro y Riz Ahmed, contra Tom Hanks y Bryan Cranston, que se descubren como unas auténticas bestias de la canasta. Estos momentos hacen que gran parte del peso de la película lo carguen los personajes secundarios ─el inconmensurable tutor introvertido de Michael Cera se lleva la mitad del filme─, nuevamente encarnados por una selección de lo mejor de Hollywood. Los elencos de Wes Anderson son insuperables. En esta ocasión, además de los mencionados, completan el reparto: Benedict Cumberbatch, Jeffrey Wright, Rupert Friend, Scarlett Johansson, Bill Murray, Willem Dafoe, F. Murray Abraham, Charlotte Gainsbourg… Impresionante.

El intrincado devenir de sucesos que es la película, y la celeridad con que se desarrollan, dificultan en algunos momentos su correcto seguimiento: ya sabemos que el cine de Anderson oxigenado no es; además de que unos cuantos punchlines cómicos no terminan de golpear con la fuerza que pretenden, pero esto son realmente minucias teniendo en cuenta el resultado final que, pese a no estar a la altura de las mejores obras del cineasta, recupera lo mejor de ellas y alcanza un estadio de autoría que hace cada vez más trascendente la obra del cineasta.

