3’5 Butacas de 5

Ibon Cormenzana dirige a Manuela Vellés y a Sofía Otero en un drama en el que una familia normal cae en la pobreza por circunstancias sobrevenidas.
Sofía (Sofía Otero) está a punto de cumplir diez años cuando pierde a su padre en un accidente de tráfico que lo cambia todo. Junto a su madre Juana (Manuela Vellés) se enfrentan a una realidad que nunca imaginaron y la fina línea que separa la estabilidad de la pobreza se desmorona bajo sus pies. Juana lucha desesperadamente por proteger a Sofía de la precariedad y de la depresión que la acecha esforzándose en aparentar normalidad. Mientras tanto, Sofía se refugia en su pasión por el teatro dónde la magia de los ensayos para la obra de fin de curso parece ser una salida momentánea a su realidad hasta que todo se desmorona.

La película arranca con una tragedia y nos va mostrando como Juana trata de sobreponerse y salir adelante, pero con el paso de los meses la situación no deja de empeorar. El negocio familiar no va bien, hay deudas y Juana llega un punto que no sabe cómo lidiar con todo y la imposibilidad de salir adelante cuando el negocio familiar se convierte en ruina y deudas mientras trata de proteger a su hija hasta que ya no puede más. Toda la película transcurre en un piso grande y luminoso que poco a poco se transforma en un lugar frío y sombrío que encierra a las protagonistas a modo de cárcel.

La historia es un retrato social de la situación en la que puede verse abocada una familia española normal cuando las vidas se tuercen y la precariedad da paso a la pobreza de la que es complicadísimo salir.
Todo el peso de la historia recae en las dos actrices protagonistas quienes están muy bien empastadas como madre e hija en un continuo cara a cara entre ellas tremendo. Tienen varias escenas en las que están absolutamente demoledoras cuando sus personajes estallan debido a la situación en la que viven.

