3 Butacas de 5

Las expectativas no eran muy alta después de la anterior y primera M3GAN (2022), que si bien no era un adefesio tampoco era el no va más del género. Era como traer la mítica historia de Muñeco diabólico (1988) ─y otras tantas─ a una actualidad hiper tecnológica para aprovechar y elaborar una crítica sobre nuestro devenir como humanidad. Todo desde la típica fórmula de terror trilladísima, pero bien ejecutada. En esta secuela de la muñeca M3GAN, la cosa vira por completo.
Gerard Johnstone nos presenta a los personajes de la primera entrega en un contexto de bastante preocupación global por el auge de la inteligencia artificial. Un robot llamado AMELIA (Ivanna Sakhno) ha sido creado por alguien que se desconoce y parece sembrar el caos, por lo que Gemma (Allison Williams) y su equipo deciden revivir a M3GAN (Jenna Davis) y aplicarle unas mejoras letales para poder acabar con la amenaza y salvar a la humanidad.

Lo que era una modernización de Muñeco diabólicopasa a ser de forma radical un híbrido entre la saga Terminator ─Terminator 3: La rebelión de las máquinas (2003) por los robots femeninos quizá─ y la de Misión Imposible, suprimiendo casi cualquier atisbo de terror que pudiese recordar a la anterior entrega. El grupo de personajes ya presentes en la primera se vuelve a reunir para tratar de combatir el mal con M3GAN de su lado, nuevamente con un eco a Terminator, cuando Arnold pasó de villano a héroe en la segunda película; y la ficción se convierte en un divertidísimo escenario de artes marciales con combates cuerpo a cuerpo estupendamente rodados, explosiones, giros de guion y punchs cómicos de lo más acertados. Parecemos estar ante una película que no tiene nada que ver con su predecesora, y es que Johnstone nos la ha colado, y la sorpresa hace que la muñeca golpee con el doble de fuerza.

Un giro muy grato el de M3GAN 2.0, que de fondo sigue denunciando los peligros del auge de la tecnología y el posible avance a nuestra involución, como lo han hecho desde siempre las historias de ciencia ficción, aunque en esta ocasión se excede un poco en el tono paternalista y explícito de su discurso. Asistimos a un gamberro festival de diversión que creo pretende abarcar demasiado y a veces se siente algo caótico e irregular. Los momentos más dramáticos de reflexión íntima entre personajes no casan demasiado con sus adyacentes secuencias de acción desenfrenada, e incluso son algo ridículos por lo artificial y la distancia emocional de un robot como M3GAN. Quiere jugar a las aventuras, al drama, a la comedia, a la acción, a un poquito de terror e incluso M3GAN ─como ya hacía, y era un poco extraño, en la anterior─ se atreve a cantar. Es difícil que tantas cosas cuajen.

Aprecio gratamente lo arriesgado en la decisión creativa de reformular por completo el tono de la película, pues nos ofrece un festín inesperado de diversión macarra quizá un poco excesivo en algunos aspectos ─como en su duración─ pero efectivo como buen entretenimiento.

