3’5 Butacas de 5

En “Bon Voyage Marie”, la muerte no aparece como un suceso trágico o inesperado, sino como una decisión consciente y humana. Marie, una mujer de 80 años, ha decidido el día de su partida. Bajo la apariencia de un entrañable roadtrip familiar con tintes de comedia ligera, esconde una pregunta de peso existencial, ¿tenemos derecho a decidir cuándo y cómo morir?
Hélène Vincent, que ofrece una actuación poderosa en los detalles como Marie. No es víctima ni heroína, es simplemente alguien cansada. Su determinación por irse en sus propios términos recuerda a Amour del gran Michael Haneke, donde también se explora la eutanasia desde un lugar profundo, emocional y sin moralismos.

La falta de comunicación, esa que tanto evitamos por miedo a herir, se vuelve el verdadero antagonista de la película. Y no solo en Marie. Bruno, su hijo, representa esa adultez en pausa, incapaz de enfrentar la vida y mucho menos la muerte de su madre. Anna, la nieta, se ahoga en el drama adolescente sin entender que está a punto de perder el pilar de su familia. Y, sin embargo, todo ese caos emocional encuentra un camino en Rudy, el asistente doméstico que funciona como puente emocional, es quien menos debería estar ahí, pero el único que realmente escucha.

Los acompañantes del viaje representan generaciones distintas y, a la vez, formas opuestas de afrontar la verdad. Cada uno tiene su conflicto, pero lo universal es la forma en que todos, de una manera u otra, están evitando hablar de lo que realmente importa. Y es aquí donde la película, aún con sus clichés y momentos previsibles, consigue entrar profundo.
Al final, la gran enseñanza no es solo sobre la eutanasia, sino sobre la urgencia de hablar antes de que sea demasiado tarde. De dejar de aplazar conversaciones incómodas pero necesarias.

“Bon Voyage Marie” es una película honesta, sencilla en apariencia, pero profunda en lo que deja. Una mujer que quiso despedirse en paz, pero descubrió que antes de irse tenía que reconciliarse con lo que quedaba. Es una road movie familiar que combina humor, drama y momentos tiernos sin pasarse de cursi. No es perfecta, tiene sus clichés y momentos aburridos. Habla de la muerte, sí, pero también de la vida, de la familia, de lo que callamos y de lo que deberíamos decir a tiempo.

