
Franck Dubosc tiene a sus espaldas unas cuantas comedias. Muchas, de hecho. Pero como a veces pasa cuando decides salir de tu zona de confort, la jugada puede acabar saliendo rana.
Se le puede reconocer, de todas formas, la valentía –o al menos el intento– de querer jugar en otros registros. El problema es que Misterioso asesinato en la montaña no termina de decidir qué quiere ser. Hace malabares con clichés de varios géneros buscando encajar en alguna etiqueta. Pero, al final, ni aquí ni allí: se queda en tierra de nadie, en terreno montañoso.

La fórmula comedia+thriller muchas veces da el mismo resultado: los hermanos Coen. En ese sentido, los ingredientes que plantea la peli no están muy alejados: paisajes nevados, gente corriente que tropieza con un crimen, una bolsa de dinero que desencadena el caos… La comparación con Fargo es inevitable, pero también injusta. La distancia es difícil de salvar, y en ese terreno la película libra una batalla perdida.
Misterioso asesinato en la montaña intenta desmarcarse de su ilustre antecedente llevando las cosas al límite. Cada intento de solucionar el lío que plantea no hace más que empeorarlo. La trama acaba construida sobre un hilo de situaciones absurdas. No busca el realismo, sino la exageración, el delirio.

La mezcla de tonos se aguanta, en gran parte, gracias a unas actuaciones brillantes y a la buena química entre Franck Dubosc y Laure Calamy. Sin duda, lo más llamativo de la película.
Al final, Misterioso asesinato en la montaña tiene un sabor agridulce. Se agradece el riesgo, pero la ejecución tropieza. Es un casi acierto que se pierde en su escarpada aventura, sin llegar a ser ni una comedia brillante ni un thriller de manual.
No es una gran película, pero sí una propuesta ágil y, en algunos momentos, graciosa.

