'La Gran Ambición': El todo para el pueblo

'La Gran Ambición': El todo para el pueblo

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“La gran ambición” ha sido todo un éxito en la taquilla italiana, y no es para menos. A pesar del hándicap de no ser una comedia para toda la familia, sino un drama histórico con algunas pinceladas de thriller, aborda un episodio muy interesante de la historia del país transalpino que muchos espectadores pueden desconocer, lo que explica en parte su buena acogida. Se relatan unos hechos con respeto, bien documentados y con una narrativa ágil, utilizando el montaje de forma casi invisible.

La historia gira en torno a la figura de Enrico Berlinguer, un político de perfil bajo que, poco a poco, va escalando posiciones hasta estar a punto de conseguir que el Partido Comunista llegue al poder a finales de los años setenta. Toda una proeza, teniendo en cuenta que el país venía de una dictadura y atravesaba unas condiciones sociopolíticas que lo convertían en un hervidero de ideales enfrentados.

Estamos ante una reconstrucción que parece muy fiel, basada más en una aproximación documental que en una estructura puramente dramática. Aquí lo importante es mostrar al espectador los hechos, mezclando formatos para contar una historia real. Tal vez, por respeto al material original, no se profundiza demasiado en el desarrollo de personajes, limitándose a unas pinceladas mínimas y centrándose más en documentar el ascenso político y popular de Berlinguer, quien lucha contra viento y marea por sus ideales, arriesgando su salud, su familia y su vida (atentado incluido) por lo que considera justo.

Por lo tanto, se presenta una visión bastante idealizada en este biopic político, alejada del tono mordaz que podría tener, por ejemplo, una obra de Costa-Gavras. No hay sátira, ni humor.

Elio Germano ofrece una buena interpretación, mostrando tanto la faceta pública como, sobre todo, la privada del líder político. Enrico se presenta como un hombre corriente que no se conforma y quiere lo mejor para su país tras décadas convulsas. Gracias a su esfuerzo y carisma, logra hacer avanzar a su partido hasta alcanzar límites que nadie esperaba. A Germano lo hemos podido ver también en “Mi hermano es hijo único”, la que se puede considerar su canto de cisne.

La dirección de Andrea Segre adopta una visión sobria, evitando caer en clichés, y utiliza las imágenes como una herramienta efectiva para contar el guion que tiene entre manos, sin grandes alardes ni escenas efectistas. Se mantiene en un estilo naturalista, lejano a Hollywood, con una buena dosis de buenos diálogos y un acertado uso de imágenes de archivo. Quizás resulte excesiva la cantidad de información para un espectador poco familiarizado con la trama, pero se agradece que no se caiga en los lugares comunes del género biográfico. Mostrar a un político desde una perspectiva positiva, en los tiempos que corren, también conlleva sus riesgos.