4 Butacas de 5

Irán está “de moda” por motivos ajenos a la cultura y al séptimo arte, y eso quizás, es algo que puede ser beneficioso para el estreno de “Mi postre favorito” (2024), la nueva película iraní que ha llegado a nuestra cartelera.
¿Qué conocen ustedes de Irán? Lo más normal es que del Irán actual se conozca poco y la mayor parte sesgada por los medios de comunicación. En esta cinta conoceremos un pequeño problema de una escasa porción de la sociedad iraní y, sin embargo, eso es más de lo que se conocía hasta ahora.

A Irán nos hemos acercado gracias al séptimo arte con películas como “Taxi Teherán” (2015), “Un hombre íntegro” (2017), “Un héroe” (2021), “Nader y Simin, una separación” (2011) y sobre todo por las aclamadas: “¿Dónde está la casa de mi amigo?” (1987), “Las tortugas también vuelan” (2004) y “Lluvia” (2001). Tampoco podemos olvidar los acercamientos que desde Europa se ha hecho del tema iraní con “La semilla de la higuera sagrada” (2024) o “Persepolis” (2007). Todas ellas tienen un denominador común, el yugo al que se somete a la ciudadanía por parte de una clase dirigente fanatizada.

Con todas estas películas (y muchas más que me dejo en el tintero, pero no puedo hacer una reseña sólo enumerando películas de la misma nacionalidad), vamos descubriendo pequeños retazos de la intrahistoria iraní. Los problemas de la gente que vive en un país tan atrayente como desconocido, tan exótico como ecléctico. Con la historia de “Mi postre favorito”, vamos a ver algo totalmente novedoso; nunca antes se había narrado esta historia. Por lo que, sólo por la novedad, ya merece la pena ir a verla.
La soledad es un tema ampliamente tratado en el cine, y más en las personas mayores. Aunque, la soledad es mayor cuando nos enfrentamos a una encrucijada como es el caso de la película. La protagonista, una mujer de setenta años, no puede abandonar su casa en Teherán, ya que la perdería en el momento en que salga del país a estar con sus hijos (ya adultos y con sus propias familias), pero en su Irán natal, no puede “conocer” a ningún hombre pues la policía de la moral impone unas rígidas normas sociales que no se pueden saltar, ni siquiera dentro del propio hogar. El estado como “gran hermano” impidiendo la felicidad de una viuda septuagenaria.

Y de este problema, que parece menor, los directores, Maryam Moghadam y Behtash Sanaeeha consiguen crear una obra delicada que hará pensar al público. No es una película para todo el mundo, ni una película de fácil consumo. Pero si se acepta el reto, los noventa minutos harán que el espectador vea el mundo de manera distinta. Más aún si se sabe que esta película ha sido calificada como obscena en Irán por el mero hecho de que la protagonista, Lili Farhadpour, una mujer de sesenta y tres años, salga en pantalla sin velo. O que esto ha provocado que los directores hayan sido condenados a no poder salir del país árabe en los próximos dos años y que han sido sentenciados a catorce meses de cárcel (pena, por el momento, suspendida).

En definitiva, no es una película más. Es una película que nos acerca una realidad desconocida e ir a verla es un apoyo a la causa de la libertad.

