3 Butacas de 5

Son ya varios los veranos consecutivos que las campañas de promoción de las películas de terror que se estrenan por estas fechas se unifican bajo la frase: “la mejor película de terror del año”. Son tantos los veranos donde se anuncia que el lobo viene que, cuando no lo hace, la decepción es mayúscula. El terror es uno de los géneros que más necesita de las expectativas para funcionar. ¿Qué habrá detrás de la puerta? ¿Quién se esconde detrás de la máscara? ¿Dónde están los diecisiete niños desaparecidos? Weapons arranca desde un punto de partida atractivo para ofrecernos una historia aterradora que no encuentra el tono correcto.

Cuando todos los alumnos de una misma clase, salvo uno, desaparecen misteriosamente la misma noche y exactamente a la misma hora, la pequeña ciudad donde viven se pregunta quién o qué está detrás de su desaparición.
Zach Cregger juega las mismas cartas que en Barbarian (2020), su anterior película. El director y guionista norteamericanos pretenden sorprender al espectador entregándoles algo reconocible para terminar retorciéndolo en su final. El problema es que en Weapons, el espectador se pasa una hora y media de reloj revisitando una y otra vez la misma historia para llegar a una conclusión que se advierte desde el minuto uno. Y es que el problema de la película no solo yace en su fallida estructura, sino que se extiende hasta el tono.

El tono es el tiempo justo de cocción, el punto justo de sal, el equilibrio de una báscula. El tono, cuando está bien, no se aprecia, pero cuando falla puede acabar por arruinarlo todo. Weapons es una historia de terror con unas cuantas secuencias que roban el aliento, sin embargo, nada de eso vale cuando la propuesta viaja por derroteros que no le tocan. Si bien es cierto que la película mantiene en todo momento al espectador alerta, la fina línea de tensión que sostiene todo el mecanismo se rompe dando lugar a la carcajada.

Weapons es, en buena parte, una premisa atractiva que se alarga demasiado, que se retuerce y hace piruetas en un intento pretencioso de esconder lo vacía que está por dentro. La película es terrorífica en sus primeros segmentos, luego, luego se olvida de lo que es y lo que quiere contar para entregarse al histrionismo barato y a la carcajada fácil. Sin lugar a dudas, la decepción del verano.

