3 Butacas de 5

La productora Angel Studios, establecida y reconocida en el orbe mundial como una plataforma de doctrina cristiana, trae a sus arcas una película con intenciones de ser esperanzadora como ella misma, tomando como punto de partida una historia inspirada en eventos de la vida real sobre un joven que tiene que lidiar con los demonios del pasado que lo han estado atormentando toda su vida, mientras que, a la par, empieza a forjar una relación de clase fraternal con Stanley Deen, un bondadoso profesor de su escuela, el cual verá potencial en el joven hombre para rehacer su vida.

Como es de esperar, nos enfrentamos a un melodrama cargado con píldoras narrativas que edifican la personalidad del hombre renovado, del hombre de bien y de los heridos. Todo en un producto que añora por su avidez hacia la esperanza y la virtud de ser un ciudadano ejemplar. A pesar de tener unos valores muy definidos, la película logra salir adelante como una pieza lo suficientemente conmovedora para atraer a un público que tampoco se quiera romper la cabeza viendo una ingeniosa producción, sino más bien volteando más hacia la manufactura doméstica con una anécdota de esas que nos dejan con una huella de positivismo después de verlas.

Las actuaciones y, en especial, la presencia de Jared Harris, quien nuevamente demuestra ser un actor bastante competente, sostienen gran parte del recorrido emocional que impulsa el relato principal. El guion por lo general, acompaña lo justo y, aunque puede que se deje llevar demasiado en momentos en los que intenta jugar con los saltos en el tiempo y al abordar ciertos personajes secundarios que se pueden percibir poco inspirados, la relación de los protagonistas y los puntos de inflexión dramática suelen funcionar de inicio a fin.

La dirección llevada a cabo por el inglés Damian Harris igualmente completa con solvencia un trabajo sin ningún ánimo de ser portentoso, pero con alguna idea interesante de puesta en escena que se agradece en medio de un terreno con escaso margen de maniobra.
El Profesor Stanley Deen es un drama más de libro que no sobresale en mucho; sin embargo, consigue salir a flote entregando un par de protagonistas con buena química en pantalla que llenan el fondo emocional de su núcleo narrativo y que no agobia bajo los términos artísticos y filosóficos fundamentados por una productora que genera opiniones polarizadas entre la industria cinematográfica y los públicos generales.

