3 Butacas de 5

“Aquel verano en París” es un reflejo de nuestra sociedad y es un reflejo triste. La película nos traslada a un París invadido por los juegos olímpicos donde aterriza la provinciana Blandine, que viene tanto a conocer a su sobrina como a disfrutar de las competiciones de natación. Por lo que la cinta nos lleva de un punto a otro de la capital gala mientras vemos las vicisitudes que sufre la protagonista.

Hace unas décadas, en España, esta película la hubiera protagonizado Paco Martínez Soria o en Francia el inigualable Louis de Funès (hoy por hoy, un actor olvidado en nuestro país). Lo que supondría una retahíla de momentos cómicos e hilarantes que harían las delicias del espectador ¿Pecaré de nostalgia? “Aquel verano en París” muestra un mundo gris y amargo en el que la felicidad no tiene cabida. Es pesimista. Esta gravedad está impuesta por parte de la directora, Valentine Cadic, para resaltar su mensaje, una denuncia social que se está agravando día a día: ya no hay espacio para el candor en la vorágine de las grandes ciudades. Es muy lícito que el vehículo que escoge la directora sea el drama, pero películas como “La ciudad no es para mí” (1966) o “El gendarme en Nueva York” (1965) tienen la misma denuncia social, pero dan un hálito de esperanza. Son óptimas. El espectador sale de la sala de cine creyendo que el mundo puede ir a mejor.

Si hay algo que destacar de la película es la atracción que causa su actriz protagonista, Blandine Madec (sí, la actriz y el personaje comparten nombre). Retocando la famosa frase de Hollywood: “Ni es guapa, ni tiene humor” pero Blandine Madec es atrayente en su papel de provinciana que va a Paris y se queda anonadada con todas las cosas, grandes o pequeñas, bonitas o feas. Digo bien lo de provinciana porque, aunque en España no exista como tal la dicotomía Provincia/Madrid (salvo para los más snobs), en Francia sí. Incluso llevan a gala los provincianos no ser parisinos, y los parisinos no ser provincianos. Y ese juego también se ve en el argumento.

Los espectadores que quieran acercarse a esta película les recomiendo que vean antes “Vacaciones de verano” (2023), mediometraje de la misma directora y actriz protagonista. No sólo eso, sino que también nos encontramos al mismo personaje. El espíritu de este mediometraje, su ritmo y su escaso sentido del humor es el mismo que “Aquel verano en París”. Si te gusta el mediometraje, la película no te defraudará. Porque la película es sólo eso. El resto de actores son sólo circunstanciales y, además, no muy conocidos al sur de los Pirineos. Quizás, la actriz más destacada de la película sea India Hair, conocida, sobre todo, por “Mandíbulas” (2020).

La sensación que queda al acabar la película, puede ser pesimista o también bucólica. Pero bucólico en su acepción más clásica: esa evocación (casi idealización) por la paz y tranquilidad de la vida en el campo. Roza el “beatus ille” de Fray Luis de León: ¡Qué descansada vida/ la del que huye del mundanal ruido/y sigue la escondida/ senda, por donde han ido/ los pocos sabios que en el mundo han sido!. Y todo ello por la escena final que no dura más de 30 segundos. La paz y la tranquilidad se encuentran en las playas de la región de Normandía. Una playa vacía. Un remanso de paz.

