3’5 Butacas de 5

Si nos centramos en la estadística, al cabo de un año, mueren más personas por picaduras de mosquitos que por ataques de tiburón. Sin embargo, trescientos dientes afilados como cuchillas y unos músculos capaces de desgarrar cualquier cosa infunden un temor inclasificable. El cine y el tiburón siempre hacen buenas migas, si a una ecuación que funciona le añades otra mejor, en este caso el mundo de los psicópatas, la fórmula de éxito está asegurada. Dangerous animals es un cóctel desquiciado que combina lo mejor de dos géneros. Una dinámica de gato contra ratón que, pese a los intentos, no termina de dar una dentada final.
Zephyr, una surfista de espíritu libre, que es secuestrada por un asesino en serie obsesionado con los tiburones. Cautiva en su barco, debe averiguar cómo escapar antes de que él lleve a cabo un ritual de alimentación para los tiburones.

Sean Byrne regresa a la gran pantalla con otra propuesta alocada y visceral. La película discurre con un buen ritmo, tomando el tiempo necesario para construir unos personajes que importan y que, si bien parten del estereotipo, huyen de él para convertirse en algo más. El mayor valor de Dangerous Animals radica en la construcción de unas personalidades con carácter. Tanto el cazador como la presa son dignos contendientes de una lucha que parte de la desventaja, pero que se irá igualando a medida que avanza la trama.

Dangerous Animals arranca con una secuencia que pone toda la carne en el asador, una declaración de intenciones. Sean Byrne nos pone la miel en los labios, pero nunca nos la entrega. Quizá el mayor defecto de la película sea el no llegar hasta las últimas consecuencias. Por momentos, el intento de no convertir a los tiburones en bestias asesinas termina privándonos de secuencias de acción que hubiesen sido interesantes de explorar. La cinta se queda siempre a medio camino entre lo violento y lo descafeinado.

La película huye deliberadamente de buscar el motivo del asesino, lo que no quiere decir que no de pinceladas. A su vez, explora una corriente snuff que le sienta de maravilla. Los vídeos caseros en VHS que graba el asesino podrían formar parte de una serie en sí misma.
A pesar de todo, Dangerous Animals es una película veraniega muy disfrutable. La combinación perfecta entre los psicópatas y los mayores depredadores marinos. Una hibridación que resulta victoriosa pero que peca de comedida.

