'13 días, 13 noches': fría, tensa y visceral

'13 días, 13 noches': fría, tensa y visceral

4 Butacas de 5

13 días, 13 noches anima en varios momentos a apartar la mirada, y no por el gore. La película empieza en la evacuación de Kabul de 2021. Desde el minuto uno, se sumerge en un caos creíble y en una presión que se hace casi insoportable.

Martin Bourboulon pone un estándar altísimo de tensión. Lo que hace aquí es un despliegue inmenso. Parece casi un documental: cientos de extras, recreaciones cronometradas y una producción prácticamente hollywoodiense.

Bourboulon sabe dónde poner la cámara, sabe cómo marcar el ritmo. La peli aporta algo claramente novedoso al contar una historia aparentemente pequeña como una enorme gesta militar.

La historia se basa en hechos reales. Sin embargo, el guion echa en falta un poco de atención a los personajes. La película recurre a lugares comunes, especialmente en las relaciones entre los protagonistas. Si como crónica de una operación militar es impecable, como retrato humano se queda corta.

La película transmite angustia y adrenalina a borbotones. Es una experiencia potente, muy valorable por su factura, aunque corta en cuanto a sus protagonistas. Un espectáculo impecable con más técnica que corazón.

Los personajes son un folio puesto en una mesa. Sus motivaciones son básicas. Sus diálogos son extremadamente expositivos. No hay un nombre memorable; lo memorable es lo que pasa. Los personajes son meros vehículos para que la acción avance con cierto orden. Y ahí la peli hace de la escasez una virtud.

13 días, 13 noches es un thriller sobresaliente. Una película milimétricamente calculada. Puede que no recuerdes cómo se llamaba nadie, pero pasarás un rato encogido y pensando en que algo así pasó en realidad. Y no hace veinte años, sino antes de ayer.