'Expediente Warren. El Último Rito': Una fórmula desgastada que arrastra un horror diluido

'Expediente Warren. El Último Rito': Una fórmula desgastada que arrastra un horror diluido

2’5 Butacas de 5

La cuarta entrega de la saga principal del universo Expediente Warren creada por James Wan deja mucho que desear en cuanto a terror y suspenso. Michael Chaves, quien ya nos entregó dos de las más flojas películas de esta serie si me lo preguntas, vuelve para dirigir El último rito, una película que se cuelga demasiado de la buena reputación de la franquicia. Sin un demonio “villano” icónico como en anteriores ocasiones, como la Monja o Annabelle, la película carece de ese algo que le dé una identidad propia, y en su lugar tenemos fantasmas genéricos que se ríen malévolamente mientras persiguen a nuestros protagonistas sin mucho afán por alcanzarlos.

Bueno, en realidad sí hay un demonio “villano” que aparece de vez en cuando. El problema es que es uno ya demasiado utilizado. Así es, la segunda muñeca malvada favorita del mundo está de vuelta, esta vez para atormentar a la hija de los Warren. Tristemente, aparece en la catalogaría como la peor escena de toda la franquicia, no porque esté mal ejecutada, sino porque resalta por unos efectos especiales nefastos que parecen sacados de un videojuego, sacándote completamente de la película.

A esto hay que sumarle una historia que tarda demasiado en arrancar. Haciéndote sentir cada minuto de sus más de dos horas de duración, esta película extrañamente se siente lenta y apresurada al mismo tiempo, ya que la investigación/exorcismo en sí no toma más que un tercio del tiempo de la película, dividiendo la atención entre Ed y Lorraine lidiando con su vida después de haber dejado las investigaciones atrás; su hija, sus visiones y su novio; y la familia Smurl siendo acechada por un nuevo mal.

Todo esto conforma una película que deja un sabor de boca amargo en alguien que ha seguido esta saga desde el comienzo, siendo una decepcionante entrega final en la historia de los Warren.