4 Butacas de 5

Amélie Nothomb es una de las escritoras más relevantes de la actualidad, siempre mencionada como candidata al Nobel y con una bibliografía poblada de personajes auténticos, escrita con una prosa sencilla y poética. Su novela “Metafísica de los tubos” ha dado origen a la cinta animada “Little Amélie”. Se trata de una especie de autobiografía sobre el tiempo que pasó en Japón con su familia durante la más tierna infancia.
Pero, ¿por qué la animación? La respuesta es que no podría ser de otra manera. Es el formato perfecto para trasladar la lírica de Nothomb al séptimo arte: imágenes que se fusionan, de una nacen otras, en yuxtaposiciones imposibles cargadas de líneas y color. Al mismo tiempo abstracto y, a la vez, tan familiar.

La adaptación corre a cargo de Liane-Cho Han Jin Kuang, Eddine Noël, Aude Py y Mailys Vallace, quienes convierten la pluma de Nothomb en pasajes fabulosas con diseños muy plásticos, vibrantes, coloridos y, sobre todo, profundamente humanos. Un estilo que roza el manga, pero con una clara identidad francobelga en el diseño y la animación. La dirección de Liane-Cho Han Jin Kuang y Mailys Vallace acierta en unificar el relato, dedicando tanto cuidado a las ensoñaciones como a la narración de la infancia de la protagonista.
El nacimiento de Amélie se convierte en la génesis de la película: su manera de percibir el mundo y su sensibilidad llevan al espectador a ser partícipe de todo lo que sucede a lo largo del filme, generando una empatía total y ofreciendo una puesta en escena que se vive en primera persona.

El cosmos de la vida de una niña de tres años, que se ha mudado de Bélgica a Japón, se abre ante nosotros como un camino de descubrimiento: empieza a hablar, a caminar, a experimentar el amor fraternal y a ser consciente de la vida, la muerte y de los daños colaterales ocasionados por la guerra. Demasiado fuerte para una niña tan pequeña, ¿no? Puede parecer poco creíble, pero en la fantástica imaginación de la protagonista todo es posible, resultando a la vez mágico y natural.
El público entra en este juego y descubre, junto a Amélie, las cuestiones fundamentales de la existencia, condensadas en una narración intensa: con momentos de gran belleza, pero también con los más crueles. Así es la vida: nada complaciente, ni siquiera con la pequeña protagonista.

Un fantástico relato que hará sentir al espectador como un niño, percibiendo todo en la vida como si sucediera por primera vez, con unos planos y una música que son una auténtica delicia. Deleitará a los amantes de las películas de animación tradicional y, quizá, incluso a los escépticos les arranque una sonrisa o les haga asomar alguna que otra lágrima. Una película redonda, con la duración perfecta, que hará que la escritora belga llegue aún más lejos de lo que ya ha logrado.
