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La devoción por el cine va mucho más allá de contemplar ante los ojos los fotogramas que componen una película. Es un flechazo emocional que se clava en el corazón de todo aquel que se deja atrapar por una composición de imágenes, de rodarlas y montarlas, de sentir cada una de las pulsaciones de la cámara como el latido del corazón hasta provocar un éxtasis.
Y es precisamente ese éxtasis y fervor por el celuloide lo que Enrique López Lavigne y Marta Medina descubrieron el día en el que el cine y la cultura cinematográfica se instalaron en sus vidas para gozar cada día con la narración de emociones y sentimientos a través de las imágenes.

Culpa de ese flechazo bien la tuvo ‘Arrebato’ de Iván Zulueta. Una de las obras de culto de la filmografía española que sigue sorprendiendo cada vez que un espectador se deja atrapar por ella. Cuando se cumplen 45 años del estreno de la película en el Cine Azul de la Gran Vía Madrileña, la obra magna de Zulueta continúa siendo un auténtico homenaje al propio celuloide, una manera única de concebir el cine mediante el sonido de una cámara que se graba en la mente del espectador conjugando múltiples sensaciones y reflexiones en cada uno de sus fragmentos.
‘El último arrebato’ es el ejercicio de pasión por el cine que los responsables de la película documental ejecutan de manera brillante convirtiendo a la propia obra de Zulueta en una biblia sagrada de misterios que vuelven a cobrar vida en sus poco más de 108 minutos de metraje. El documental es el cine hecho cine, una mirada intrínseca de lo que fue el rodaje de la película de culto y en donde en cada capítulo se desgranan algunas de las intrigas de lo ha sido y es una auténtica obra de culto. Un trabajo de investigación que se abre camino como una secuela y panegírico que demuestra que no hay nada escrito en cuanto a la creación se refiere.

Marta Medina y Enrique López Lavigne convierten a ‘El Último Arrebato’ en un relato de fantasía, fervor e historia que debería verse en todas las escuelas de cine. Un trabajo que es una auténtica odisea para los realizadores elevando a lo más alto la película de Zulueta además de conocer las emociones del universo de un cineasta al que catalogaron de maldito pero que con el tiempo su legado se ha ido abriendo paso gracias a un largometraje que fue una auténtica ruptura con lo establecido de la época.
El espectador encontrará una mirada fresca, emocional y sobre todo un punto de inflexión en las nuevas creaciones del género documental. No estamos ante un trabajo de bustos parlantes, es un arquetipo único en el que sus creadores quedan arrebatados ante lo que el cine hace con las vidas de las personas: provocar un éxtasis absoluto.

A lo largo del trabajo el espectador caminará a través del intrigante sendero de Iván Zulueta de la mano de Jaime Chávarri, Cecilia Roth, Marta Fernández Muro y el gran Eusebio Poncela que recientemente falleció dejando en esta película un sello único y personal que le ha caracterizado siempre.
Estamos ante un reflejo del tiempo. De cómo la luminosidad de las calles respiraban cine y ahora solamente emiten ruido. Aquellas noches de Gran Vía en las que Phantasma, Bambi y Quo Vadis eran las reinas de las carteleras y los paseos en coche hacían que el espectador viviera los mismísimos sueños de las películas. Una reflexión que transcurre a través de la memoria de los protagonistas de la película y de sus propios realizadores.

Otro de los aspectos positivos del largometraje es contar con un tesoro audiovisual como son los fotogramas inéditos de la Súper8 que se utilizó para el rodaje de la película y que la propia Filmoteca Española ha restaurado. Las propias tripas del cine toman protagonismo en un arrebato de amor por el cine que Marta Medina y Enrique López Lavigne ejecutan a la perfección trayendo uno de los documentales más fascinantes de la última década.
‘El Último Arrebato’ es una obra testimonial. Un trabajo que refleja la adictiva adicción por el cine que sus realizadores sintieron el día que el aguijón de Iván Zulueta y su película de culto ‘Arrebato’ les provocó. Un trabajo que demuestra que lo que permanece en el cine se queda en nuestra memoria, un testamento del paso del tiempo de nuestras vidas.

