'Un Cabo Suelto': La modesta huida de un thriller costumbrista

'Un Cabo Suelto': La modesta huida de un thriller costumbrista

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La película uruguaya Un cabo suelto” nos presenta un tema y una trama vistos mil y una veces en la escena hollywoodiense, pero abordados con unas claves muy costumbristas. Casi podría leerse como un what if de una película de Harrison Ford en los noventa, solo que trasladada a la vida de un argentino de a pie. Se trata de unos hechos extraordinarios resueltos con mucha naturalidad, sin toda la épica de la acción, pero manteniendo un thriller de lo más creíble: sin aspavientos, sin explosiones, sin persecuciones descomunales con la música atronando los altavoces.Y eso tiene su mérito. Sin la irreverencia de los Coen, con el hieratismo de Aki Kaurismäki y con cierta madurez, propone un relato sin sobresaltos que, aun así, engancha desde el primer momento.

Presentada en Horizontes Latinos, la cinta de Daniel Hendler arranca in media res con Santiago, aparentemente un policía de bajo rango argentino, que acaba en Uruguay frente a un tendedero de quesos en mitad de la estepa. En un primer momento parece que asistimos a una comedia marciana con personajes fuera de lugar: la escena entre el quesero y el policía refuerza esta sensación. Pero pronto se descubre que Santiago está huyendo, cuando aparecen otros agentes de la ley argentinos —con una pinta de corruptos que tira para atrás— preguntando por un compañero que, supuestamente, ha perdido la gorra de policía. Sí, aquí se juega mucho con el absurdo y la comedia inexpresiva: un mundo con sus propias claves. Hasta tal punto que Santiago terminará escondiéndose en una gasolinera, donde conocerá a una chica de la que acabará enamorándose.

Los personajes de Sergio Prina y Pilar Gamboa construyen una relación amorosa con bastante elegancia, basada en los detalles y en la complicidad, muy lejos de los romances explosivos de otras obras más trepidantes. Su vínculo vertebra la película con mucha naturalidad, sin entorpecer la trama principal y calando en el espectador poco a poco.

La coproducción Uruguay-Argentina-España presenta además una metáfora muy interesante a través de los quesos: este alimento lácteo funciona tanto como lectura del personaje como elemento narrativo, convirtiéndose en un hilo conductor durante el periplo de Santiago por Uruguay. Una idea bastante original que oxigena la trama de la persecución e incluye algunos momentos de humor que funcionan muy bien.

El director, por su parte, se guarda de ofrecer demasiada información sobre el pasado del protagonista. Apenas lo insinúa con algún flashback y ciertos diálogos explicativos, pero deja casi todo a la imaginación del espectador, lo cual puede resultar mucho más estimulante que tenerlo todo bien mascado.

En términos generales, “Un cabo suelto” consigue mantener el interés durante todo su metraje con una propuesta honesta y sencilla que no pretende volarle la cabeza a nadie. Cuenta con un par de momentos divertidos y con interpretaciones que son, sin duda, sus mejores bazas. Es una película de género, pero con un tratamiento naturalista: vemos a un fugitivo escapando con cierta tensión, aunque sin nada espectacular. Justo lo que busca el director, así que en ese sentido resulta coherente. Además, incluye algunas escenas que invitan a la reflexión gracias a un tempo narrativo pausado. Puede gustar o no, pero lo que es seguro es que no engaña a nadie, y el pobre Santiago lo da todo para entretener hasta que aparecen los títulos de crédito.