'The Smashing Machine': sin pena ni gloria

'The Smashing Machine': sin pena ni gloria

2’5 Butacas de 5

El drama deportivo es uno de los subgéneros clásicos que mejor funcionan entre la “masa” de espectadores. A través de un camino del héroe arquetípico, una épica como ninguna y un sentimiento que florece con cada nota de la banda sonora, este tipo de películas es difícil que no convenzan. Sin embargo, Benny Safdie, queriendo huir de todo, acaba por entregar una película sosa, que vaga a través de una estructura confusa y que no logra emocionar en ninguno de sus picos dramáticos. The Smashing Machine se pasea por el cine como su protagonista, un luchador que será recordado sin pena ni gloria.

La historia real del luchador Mark Kerr (Dwayne Johnson), figura clave en el origen de la UFC, que retrata su meteórico ascenso y caída en el brutal mundo de las artes marciales mixtas, al que se enfrentó con coraje y el apoyo incondicional de su mujer Dawn Staples (Emily Blunt). Una vida llena de ambición y sacrificio del que fue dos veces campeón de este torneo.

The Smashing Machine intenta retratar a un campeón olvidado, un pionero que tuvo que aprender a perder, un hombre sumergido en un ambiente tóxico y opresivo. Lo que prometía ser un relato cargado de la épica y el drama característico, se diluye en los primeros compases. Benny Safdie abandona toda espectacularidad para dibujar un ambiente despojado de gloria, de épica y de dinero. Los combates son aburridos, la realización es vaga y su interés por todo lo que rodea al deporte, nulo.

La película se ahoga en sus propias pretensiones. Si bien es cierto que Dwayne Johnson está correcto, tampoco hay que obviar que parte de la burbuja que parece auparlo a los Oscars procede de un currículum plagado de papeles mediocres donde su altura y sus músculos lo hacían todo. Emily Blunt está desorientada y el resto del reparto es olvidable. The Smashing Machine no es solo una película falta de épica, sino que también de drama. Benny Safdie no logra levantar escenas importantes logrando que, pasada la media hora, todo te de igual.

The Smashing Machine no es el drama deportivo que esperas. Esta es una película perdedora sobre un luchador olvidado. Una cinta cobarde que se olvida de lo más importante, contar algo que te atrape.