3 Butacas de 5

El cine vasco ha tenido un resurgimiento a lo largo de los últimos años, sobre todo gracias a la aparición de grandes películas con una enorme identidad vasca. Desde que cintas como Akelarre o Ane dieran el pelotazo en las carreras de premios de la industria audiovisual española, muchas cintas se han ido sumando a este panorama repleto de grandes talentos. Este año sin ir más lejos contamos con cintas como Maspalomas, Los domingos, o la cinta que nos ataña en el día de hoy: Karmele

Karmele es la nueva película del director Asier Altuna, que nos lleva directamente a los años finales de la Guerra Civil española en el País Vasco. Karmele, una joven que vive con su familia, termina viviendo en París mientras huye de la guerra. Es entonces cuando, dentro de la embajada en la que trabaja, conoce a Txomin, un joven trompetista que lucha por la liberación de España de las garras de Franco. Tras vivir un tiempo en el extranjero, la joven pareja decide volver a su país con la intención de acabar de una vez por todas con el régimen.
¿Cuál podríamos decir que es el gran punto fuerte de Karmele? Si tuviera que quedarme con algo sería con la dirección de Asier Altuna. El realizador vasco, a través de una buenísima recreación histórica y de un asombroso talento tras las cámaras, consigue llevarnos a través de la historia de España y de ambos personajes, gracias a una dirección ambiciosa y notable, que resalta en el paisaje general de la obra. Sabe muy bien cómo fusionar ambos conceptos (la relación romántica y sentimental de sus protagonistas y esa lucha por la liberación española) gracias a una realización sólida por parte de Altuna.

Es fascinante incluso el trabajo de su director teniendo en cuenta el guion que tiene entre manos. Karmele es una cinta imperfecta sobre el papel, con algún que otro patinazo en su guion y varios momentos destacados de gran carga emocional. Ciertas incongruencias, elipsis narrativas y una trama que por momentos pasa por algunos clichés de este subgénero tan popular dentro del cine español como es el de la Guerra Civil (algunos de ellos incluso necesarios) hacen que la historia se resienta, siento toda una montaña rusa emocional a lo largo de su primera mitad. La historia consigue asentarse en su segunda mitad, entrando en un proceso mucho más clásico y estable. Eso sí, su reflexión histórica sobre la lucha contra la dictadura desde las tierras vascas y los resultados que tiene esto en la pareja resulta fascinante.

Una película como Karmele no habría podido salir adelante sin el trabajo de sus dos actores protagonistas. La química que tienen Jone Laspiur y Eneko Sagardoy a lo largo de todo el metraje es completamente adictiva. Ambos saben muy bien cómo plasmar una historia de amor como la que nos cuenta la cinta sin despeinarse. Sin embargo, si tuviera que destacar el trabajo de alguno de los dos, sería el de ella. Laspiur es el alma de una cinta que, si se llama Karmele, es por algo. Y sí, es por ella. Tampoco nos podemos olvidar de Nagore Aranburu, que, tras tener un año de lo más prolífico, nos ha vuelto a demostrar por qué es una de las mejores actrices de nuestro país.

En conclusión, Karmele es una cinta perfecta para entender la Guerra Civil y la lucha contra el franquismo desde el País Vasco (y desde una perspectiva distinta a la tratada anteriormente). Asier Altuna borda con nota una dirección que podría llegar a ser complicada, mostrándonos una preciosa relación de amor entre Laspiur y Sagardoy que nos deja con el corazón en un puño. Ni siquiera su imperfecto guion, que por momentos cae en ciertos clichés del género, puede hacer que la cinta suspenda. Jone Laspiur es la verdadera estrella de esta película, comiéndose la pantalla en cada aparición.

