4 Butacas de 5

Kathryn Bigelow vuelve a dar un recital de tensión con una crítica social directa y escalofriante. La realizadora está en su mejor momento, encadenando una buena película tras otra. Esta etapa comenzó con la oscarizada “En tierra hostil” y traza un recorrido directo hacia “Una casa llena de dinamita”, que, aunque en esta ocasión no cuenta con el magnífico guionista Mark Boal, su sustituto Noah Oppenheim no se queda corto. El creador de “Zero Day” para Netflix vuelve a sembrar el caos en EE. UU. de una manera similar y diferente a la vez.

Con un reparto coral bastante interesante —Idris Elba, Rebecca Ferguson, Gabriel Basso, Jared Harris y Greta Lee—, la película pone rostro a las distintas aristas del conflicto. La premisa es contundente: un misil, presuntamente procedente de Corea, se dirige hacia Estados Unidos. Tras el shock inicial, la película reacciona y nos presenta tres segmentos enfocados en distintos puntos de vista de dicho conflicto. Bigelow agarra al espectador por el cuello y lo zarandea con un procedimental que muestra los pasos del gobierno estadounidense para atajar la crisis: primero intentando descubrir su origen, después tratando de destruir el proyectil y, finalmente, elaborando una estrategia de contraataque.

También es cierto que volver atrás dos veces hace que el ritmo pierda algo de fuelle y que cada segmento resulte ligeramente inferior al anterior, pero la realización es tan vibrante que pasa por encima de todo y de todos. No solo Christopher Nolan es capaz de generar esos clímax que se dilatan a lo largo de sus películas; Bigelow sigue en plena forma y nos entrega un film crudo, doloroso y agobiante, pero que también invita a la reflexión. No es una obra fácil de dirigir y, debido a su rigurosa actualidad, probablemente lo tendrá difícil para aparecer en las quinielas de los Oscar, siendo tan crítica con el gobierno estadounidense y con la crisis nuclear, en una especie de prólogo a una distopía que el espectador debe completar imaginando lo que ocurrirá después.

Rebecca Ferguson es quizá quien tiene el rol más interesante. Con su rostro duro y frío, intenta mantener la compostura durante semejante urgencia mientras toma las riendas desde Washington junto a todo su equipo en la Situation Room. Un caos donde se mezclan la profesionalidad, los procedimientos y la magnitud de un grupo que lucha contrarreloj, con el inevitable factor humano de personas que temen por las vidas de sus familias. Un viaje a lo que podría haber sido la Guerra Fría en nuestros tiempos.

Quizás Bigelow, en esta etapa de encargos para Netflix, no tiene la repercusión mediática que realmente se merece. Es una directora que, en cierto modo, se aleja del canon femenino tradicional para realizar un cine con esteroides, potente y sin concesiones. En cualquier caso, hablamos de una de las películas estadounidenses más relevantes del año: no es un trago fácil, pero te atrapa de principio a fin, y uno sale de la sala agradecido de que ese no sea el presente que vivimos… aunque tal vez sí el futuro que nos espera.

