'La vida de Chuck': una mirada hacia un horizonte finito

'La vida de Chuck': una mirada hacia un horizonte finito

3’5 Butacas de 5

El día que Stephen King fallezca, lo harán todos sus universos. El legendario escritor estadounidense se aproxima al risco de la vida en una historia reflexiva, cargada de añoranza y a rebosar de optimismo. Mike Flanagan se convierte en La vida de Chuck en una herramienta más para transportar uno de sus grandes relatos a la gran pantalla. Esta es una película que contiene multitudes. Una cinta sencilla que se plantea la posibilidad del punto final definitivo.

En esta extraordinaria historia de un hombre corriente, Charles «Chuck» Krantz (Tom Hiddlestone) experimenta la maravilla del amor, la angustia de la pérdida y la multitud de historias que todos llevamos dentro.

La vida de Chuck es un relato donde la prosa fluye a través de la pantalla. Una historia donde los monólogos, los diálogos sesudos y las situaciones imposibles se suceden una detrás de otra en una acumulación de casualidades, misterios y emociones que culminan con una interesante reflexión sobre el final de la existencia. ¿Qué pasa cuando todo acaba? El espectador se abre paso a través de una película, al comienzo enigmática, que se convierte en algo mágico a medida que se va desvelando el misterio.

Stephen King parece haber encontrado su pluma estilográfica perfecta para adaptar sus historias a la gran pantalla. Esa “herramienta” tiene nombre y apellidos, Mike Flanagan se ha convertido por méritos propios, en la persona ideal para transformar la prosa del escritor en imágenes. Quizá esta sea su película menos autoral, pues se borra para dejar que la verborrea de un relato inmenso brille. La vida de Chuck carece de valor cinematográfico, pues las imágenes no aportan demasiado a un relato que hubiese funcionado mucho mejor si lo hubiésemos leído.

Esta es una película/libro, una narración donde Mike Flanagan se retira a un lado para trasladar una prosa, por momentos demasiado edulcorada, a la gran pantalla. Es simple, es cursi, es teatral, es todo lo que uno quiera decir que es, pero, sobre todo, es una interesante reflexión sobre todo aquello que se viene abajo cuando dejamos de existir.