Crónicas desde Sitges: El espectáculo del terror y la fantasía

Crónicas desde Sitges: El espectáculo del terror y la fantasía

‘Mother’s Baby’ de Johanna Moder

3 Butacas de 5

En la presentación en Sitges de Mother’s Baby, que ya pasó a principios de año por la Berlinale, su directora Johanna Moder (apellido de curiosa correspondencia sonora con el título de la cinta) señaló que se trataba de una historia de terror más que una película de terror. La delimitación es algo ociosa en un festival que desde hace tiempo ha ampliado sus horizontes para acoger todo tipo de cine que, de forma directa o tangencial, toque el género de lo sobrenatural. Y distinguir el terror en una película o en su historia atestigua más el peso que pueda tener en la narración o la estética que un orden cualitativo. Lo que en todo caso se podría decir es que estamos ante una variante del terror psicológico, ese que, al menos en parte, está en la cabeza de su protagonista, responde a un conflicto más interno que externo. Una madre da a luz, contra todo pronóstico, en una clínica especializada, pero el parto no sale según lo esperado y queda separada un tiempo de su bebé. Una vez devuelta la criatura, ella duda cada vez más de que sea realmente su hijo, por una serie de indicios que, en verdad, van más allá del marco puramente psicológico. Pero este sí reduce el drama a casi un trabajo de cámara, con escasas localizaciones y acciones minimalistas, introspección que se vuelve algo reiterativa y va perdiendo algo de efecto, aunque nunca interés, gracias sobre todo al convincente trabajo de la actriz principal.

‘Primate’ de Johannes Roberts

3 Butacas de 5

Hay una tendencia en el cine moderno, sobre todo el de presentación festivalera, de cierta indefinición narrativa o estilística, de querer contar demasiadas cosas o no contar las suficientes, por ambigüedades, inconcreciones, elipsis o cambios de tono que, más que profundidad o sugerencia, a menudo provocan frustración y decepción. Esto no ocurre con la nueva película de Johannes Roberts, un especialista del cine de terror que ahora presenta lo que puede resumirse, en pocas palabras, como la historia de un mono asesino. Tal premisa es consciente de su absurdo, aunque intenta darle cierto atisbo de verosimilitud, y la desarrolla bajo las convenciones del slasher juvenil, ciñendo casi toda la acción a una aislada mansión de veraneo donde coinciden varios jóvenes con ganas de fiesta. Lo bueno de esta película es que sabe exactamente lo que pretende y lo consigue, en su corto metraje, no intenta en ningún momento ser algo distinto de lo que cabe esperar de este tipo de cine, e incluso se permite ciertos alardes de puesta en escena por encima de la media: de hecho, técnicamente la película está perfectamente rodada y montada. Ahora bien, dentro de esa previsibilidad, más allá de la espectacularidad de algunas muertes, reside también su limitación. Se disfruta tanto como pronto se olvida para pasar al siguiente esparcimiento sangriento.

‘Tornado’ de John Maclean

3 Butacas de 5

Han pasado diez años para que el director de Slow West, ese peculiar neowestern protagonizado por Michael Fassbender, vuelva a estrenar una película, ahora con la cara visible de Tim Roth. Un tiempo demasiado largo que cabría atribuir a varias circunstancias, una de las cuales seguramente haya sido la dificultad de levantar este proyecto, ambientado en las islas británicas de finales del siglo XVIII, rodado en 35mm y dada la idiosincrasia de su historia, mezclando ahora las señas de identidad del western, aunque cambiando sus habituales coordenadas espacio-temporales, con el cine de samuráis. El Tornado del título es el nombre de la joven protagonista, hija de un samurai retirado, reconvertido en marionetista, aunque, sobre todo al principio, parece referir antes las condiciones climatológicas, con un viento huracanado que envuelve a un grupo de delincuentes que persiguen campo a través a la protagonista y a otro niño. Lo más destacado de este filme de John Maclean es ese paisaje hostil, cuya fotografía en celuloide sabe aprovechar al máximo los llamativos colores, encuadrados con un estilo clásico y a la vez chocante, por contraste con los habituales movimientos de cámara y montaje del cine moderno. Aunque la película va un poco de más a menos, pues tiende a la simplificación y acaba cayendo en ciertos estereotipos, tiene momentos que no se olvidarán fácilmente.

‘La virgen de la tosquera’ de Laura Casabé

2 Butacas de 5

La Argentina rural es el marco de esta película de Laura Casabé, llegada a Sitges con el sello previo de Sundance. Aunque existe en ella cierto componente de género, se entiende ese paso previo, pues estamos más ante uno de los ejemplos de cine independiente cuyas carencias (a riesgo de ser injustos, obviamos las virtudes que también tiene) mencionábamos antes en la reseña del filme de Johannes Roberts. A quien esto escribe, esta otra película, pese a su toque personal y su competencia técnica, le resultó indefinida, insuficiente y, en última instancia, aburrida. Con un trabajo de imagen algo anodino y unos personajes secundarios de casi nulo desarrollo, compensado con algunas ocurrencias y salidas de tono que no casan bien con la perspectiva de la protagonista, hace descansar en esta casi todo el peso e interés del espectador. Y ciertamente la joven actriz Dolores Oliverio está a la altura, seguimos con cierto interés sus vicisitudes, pero no es suficiente, como tampoco lo son los interludios de violencia o música, para mantener en vilo al espectador, que va y viene durante el discurrir del metraje hasta su resolución coherente pero precipitada.

‘Gaua’ de Paul Urkijo

3 Butacas de 5

Paul Urkijo Alijo vuelve a la sección oficial de Sitges con la continuación lógica en la evolución de su carrera, por proseguir la línea localista y autoral de sus películas anteriores y, a la vez, contar con una ambición y un presupuesto en aumento. De nuevo ambientada en el País Vasco y con diálogos en euskera, aunque ahora en una época remota indefinida, esta nueva obra recrea la típica historia de brujería campestre (por el marco rural) que desarrolla hasta sus últimas consecuencias gracias a su estructura episódica, añadiendo capas al relato de una infeliz recién casada (Yune Nogueiras) que decide envenenar a su marido y huir bosque y noche adentro hasta encontrarse con el demonio. La película discurre por varios de los caminos habituales del subgénero, sin caer en ningún tipo de anacronismo ni desviación de tono, aunque es precisamente esa coherencia intrínseca, ese rigor al adaptar el folclore y el mito donde reside su mayor cualidad, apoyada en un cuidado trabajo visual (si bien con una fotografía quizá demasiado clara, en contraste con la oscuridad que se retrata), incluso con algún plano en la recta final realmente asombroso.

‘All You Need Is Kill’ de Kenichiro Akimoto

3 Butacas de 5

La novela ilustrada de Hiroshi Sakurazaka sirvió de inspiración para aquella célebre película dirigida por Doug Liman y protagonizada por Tom Cruise, Al filo del mañana. Pocos sabían de la inspiración japonesa de este blockbuster norteamericano, hasta que ahora el libro vuelve a ser llevado a la gran pantalla, pero esta vez en versión nipona animada, dirigida por Kenichiro Akimoto. La fidelidad con el original, más allá de este dato, se extiende a la propia historia, que como sabemos gira en torno a una invasión alienígena combatida por toda la humanidad, pero en especial por dos personas que han logrado renacer innumerables veces gracias al contagio de uno de esos monstruos, aunque dando más protagonismo, en esta ocasión. al personaje femenino que al masculino. El anime es quizá algo decepcionante en su espectacularidad, dado el potencial de dicha historia, pues apuesta por un trazo más simple y a estas alturas apenas sorprende ni remueve el estómago, pero lo cierto es que poco más se puede achacar a esta entretenida, consecuente e intensa película, que se va reinventando a medida que avanza y que tiene un clímax a la altura de las expectativas.

‘Arco’ de Ugo Bienvenu

3 Butacas de 5

Siguiendo con el apartado de animación de Sitges, y proyectada además justo después de la anterior, se pudo ver esta película que, dicho esto, poco o nada más comparte con la de Akimoto. Estamos aquí ante una cinta para todos los públicos, pero, sobre todo, para el infantil, con algunos momentos, como los que comparte el presunto trío antagonista, que son quizá demasiado pueriles y esquemáticos. Es una pena porque la premisa sí es ambiciosa, al trasladarnos al futuro de dentro de unas décadas en que la tierra ha quedado arrasada por fuegos e inundaciones (algo, desafortunadamente, ya no tan lejano) y la humanidad superviviente se ha instalado en casas autosuficientes construidas en las alturas, gracias a unos enormes pilares. Lo más ficticio en cualquier caso es la capacidad que tienen estas personas de volar y viajar en el tiempo, lo que propicia el encuentro entre el niño protagonista Arco y otra niña llamada Iris (tampoco se haya mucha sutileza en sus respectivos nombres). El director Ugo Bienvenu y su equipo desarrollan a partir de ahí una bonita historia, a nivel técnico y narrativo, reminiscente del coming-of-age de antaño, y consiguen buenas dosis de emoción y encanto, hasta el punto en que podemos llegar a ignorar y perdonar sus reduccionismos.

‘The Furious’ de Kenji Tanigaki

4 Butacas de 5

El plato fuerte del festival, al menos en su primer fin de semana y según opinión mayoritaria de su público, llegó con esta producción de Hong Kong, con la firma de Kenji Tanigaki y a cargo de los responsables de The Raid y The Raid 2. Con este dato se puede adivinar por dónde van los tiros, o mejor dicho los golpes, pues en “ese lugar del sudeste asiático” en que se ambienta esta historia de venganza y persecución sin tregua no se estilan las armas de fuego (al parecer es muy difícil conseguir sus permisos) y las personas se pelean directamente a puños y patadas. La trama aquí es lo de menos, aunque cumple su funcionalidad mínima para guiar la historia, y lo realmente llamativo, hasta un punto inédito, es el trabajo de puesta en escena y coreografía. Se alcanzan en este sentido unos niveles incluso más elaborados e impactantes, nunca mejor dicho, que en las citadas producciones anteriores, llegando hasta extremos de combate en que se confunden plenamente la violencia más descarnada y la danza más noble. Es difícil destacar una secuencia por encima de otra, pues otro mérito de la cinta es que no cae en los habituales altibajos del género, sino que se mantiene en lo más alto de la tensión y la admiración, por parte de un espectador entregado, durante todo el metraje. Ojalá pueda tener un estreno digno en salas y salir del nicho de Sitges que, todo sea dicho, era el idóneo para presentar este filme.