'Predator: Badlands': un atrapante bestiario

'Predator: Badlands': un atrapante bestiario

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Este viernes 7 de noviembre se estrena en España Predator: Badlands (2025), la nueva entrega de la mítica saga iniciada en 1987 por John McTiernan. Dan Trachtenberg vuelve a dirigir después del éxito de sus anteriores Predator: La presa (2022) y la de animación Predator: Asesino de asesinos (2025) y consigue un resultado realmente solvente en que el entorno natural hostil y el carisma de sus personajes lo es todo.

El joven Predator Dek (Dimitrius Koloamatangi) es desterrado de su clan y busca derrotar a un temible adversario en otro planeta plagado de monstruos para así poder ganarse el respeto de los suyos. En el camino de la aventura encuentra algunos compañeros inesperados.

El universo de Predator se expande. Tal y como sucede con todas las películas y/o series o productos que funcionan, el imaginario que tanto culto formó a finales de los ochenta la mítica cinta protagonizada por Arnold Schwarzenneger, se ha explotado durante este siglo hasta alcanzar una nueva y sólida identidad a partir de las películas de Trachtenberg. Podríamos hablar de una segunda generación de Predator. En este caso, el ejercicio es interesantísimo, pues erradica de la historia cualquier presencia humana para dar espacio al propio depredador, que protagoniza la película, y a las criaturas que lo rodean, tanto para tratar de acabar con él como para ayudarlo en su cometido.

Dek encuentra un androide (Elle Fanning) -que rima al juntarse con su gemela robótica con los Michael Fassbender de Prometheus (2012) y Alien: Covenant (2017)- y a una adorable criatura que le acompañan por distintos motivos en su travesía, generando así una simbiosis de grupo en que cada uno de los personajes aporta distintas cualidades, y de sus interacciones surge gran parte del encanto de la película. Predator: Badlands no encierra una historia innovadora, pero dentro de sus limitaciones, consigue convertir el entorno en un caldo de cultivo para situaciones tan virulentas como épicas, gracias al rico bestiario propuesto y a la solidez con que se construye la tensión y acción desde el guión de Trachtenberg y Patrick Aison, así como la alternancia con alivios de calidez entre sus personajes.

Se trata de una suerte de Avatar (2009), en cuanto a criaturas en un planeta salvaje que se ven amenazadas por la presencia del ser humano -envían seres sintéticos para capturar criaturas y experimentar con ellas-, pero mucho más ligera y menos grandilocuente. No se anda con rodeos, va al grano y se agradece, pues entre carismáticos personajes y secuencias de acción impresionantes, la película se pasa volando. Su mayor logro es lo atrapante que consigue ser. Divertidísima.