'Reversión': Thriller con muchas curvas donde todo puede pasar

'Reversión': Thriller con muchas curvas donde todo puede pasar

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El espectador habitual del thriller está curado de espanto. Sobre todo a partir de finales del siglo pasado y durante este, el contenido centrado en el suspense ha ido creciendo en pomposidad y grandilocuencia, a menudo prescindiendo de la propia lógica del relato para mantener la atención del espectador en todo momento.


 Los consumidores que conviven con este género pueden ser pasivos o activos; la mayoría ya se sabe todos los trucos y recursos que emplean escritores y cineastas para mantener viva la llama del interés, algo que, en tiempos de TikTok, parece casi utópico.

En estas llegamos a Reversión, la primera película del cineasta Jacob Santana, quien lleva muchos años trabajando en series y videoclips. En esta ocasión, el director centra la mirada en un intenso thriller psicológico que no deja de retorcerse y deformarse, buscando siempre esa sorpresa que mantenga ojiplático a cada espectador en la sala.

Se trata de un caso centrado en el personaje interpretado por Jaime Lorente, que se ve atrapado en una espiral de acontecimientos donde nada es lo que parece. Ni siquiera lo que se muestra en pantalla es garantía de verdad; por eso, en muchas ocasiones, los cambios de ritmo hacen que el guion no siempre se sostenga o que se le dé demasiadas vueltas a la trama.
 Aun así, la cinta logra mantener al público ocupado durante gran parte del metraje, gracias a lo interesante de la historia, que deja poco espacio para la reflexión y apuesta, más bien, por el asombro.

Mario se despierta en mitad de un viaje con su familia hacia su nueva casa. Está algo confundido y mareado; todo parece perfecto: una vivienda bonita, un hermano amable y la posibilidad de un futuro prometedor. Debido a algunos desórdenes psicológicos, Mario debe medicarse, y el director se sirve de esta circunstancia para introducir secuencias engañosas que pueden ser tanto realidad como fabulación del personaje. Poco a poco, la paranoia se apodera de él tras un suceso sorprendente: descubre que unos encapuchados han secuestrado a su hermano. La familia intenta mantener la calma, pero Mario está cada vez peor.

La sorpresa llega cuando la policía acaba encontrando al hermano. Este retorno repentino despierta en Mario una profunda desconfianza: empieza a investigar y a detectar comportamientos extraños, hasta convencerse de que ese no es realmente David. Mientras su entorno atribuye sus sospechas a la falta de medicación, Mario se adentra en una espiral de dudas e inquietud. A partir de aquí, en la película puede suceder prácticamente cualquier cosa, lo cual puede jugar tanto a su favor como en su contra.

Una producción de este calibre se sostiene en un elenco atractivo de rostros que aportan empaque a una historia rebuscada, compleja y perturbadora. Entre ellos destacan, en papeles secundarios, Fernando Cayo y Belén Rueda, aunque quizá el trabajo más interesante sea el de Manuel Vega como David, quien logra que el espectador dude constantemente de lo que está ocurriendo.

A grandes rasgos, la cinta cumple y entretiene de principio a fin. Mucha psicología, tintes del género policiaco y el thriller se dan la mano en una propuesta de perfil medio que, sin ser ambiciosa, puede satisfacer las expectativas de los fans del género.