'Alpha': Julia Ducournau regresa con una propuesta llena de personalidad

'Alpha': Julia Ducournau regresa con una propuesta llena de personalidad

3 Butacas de 5

Julia Ducournau es de esas directoras que, desde su primera película, puso a todo el mundo con los ojos puestos en ella. Y no es para menos. Su debut en 2016, Crudo, no estuvo exento de polémica por adentrarse en el tema del canibalismo (con una publicidad un tanto exagerada que afirmaba que la gente se desmayaba en el cine… no era para tanto). Aun así, la cinta —en mi opinión, excelente— consiguió entrar en los festivales más importantes del panorama. Pero es que, con su segunda película, la radical Titane, llegó a ganar el premio a Mejor Película en el Festival de Cannes, por lo que la cineasta ya se encontraba en el punto de mira de críticos y espectadores. Y, como ocurre con toda persona que triunfa, su siguiente película sería examinada con lupa, a la espera de poder humillarla a la primera de cambio… y precisamente eso es lo que ha pasado con Alpha, que ha recibido críticas de lo más dispares (e incluso malas) en el Festival de Cannes. Y seamos claros: Alpha no es una mala película; fallida, sí, pero mala en absoluto.

Alpha es una problemática niña de 13 años que vive con su madre soltera. Su mundo se derrumba el día que vuelve del colegio con un tatuaje en el brazo. Ducournau parece tener siempre un tema bastante claro en sus películas, y este es el de las adicciones. En Crudo lo veíamos a través del canibalismo; en Titane, en torno al personaje de Vincent Lindon; y en Alpha, precisamente, es el motor que lo impulsa todo. En este caso, la directora construye un mundo distópico bastante interesante, que mantiene al espectador siempre atento a lo que acontece en pantalla. Porque si algo sabe muy bien hacer la cineasta es mantener tu atención, y aunque aquí resulte más formal que en otras ocasiones, siempre consigue hipnotizar.

El problema es que Alpha quiere abarcar demasiado, introduciendo muchos temas (la pandemia, las drogas, la familia, la dependencia emocional…), sin llegar a integrarlos de manera realmente orgánica o, al menos, con un desarrollo más claro y contundente. Es como una maraña de asuntos que quiere abordar sin saber muy bien cómo salir de ella, y, aunque se agradece la valentía y el esfuerzo, el resultado queda dispar e irregular en su narración (con alguna idea algo confusa), que se expande más de la cuenta hasta superar las dos horas, una duración un tanto innecesaria.

Es uno de esos filmes que hasta él mismo se reconoce imperfecto y no teme a nada ni a nadie… y oye, eso también es digno de aplaudir. Porque, precisamente, lo que nos falta en el cine la mayor parte de las veces son voces con personalidad, y Ducournau la tiene. Podrá gustarte o no, pero desde luego se esfuerza por crear algo único y diferente, y aunque en esta ocasión no haya salido tan bien como en las anteriores, merece una oportunidad por construir un universo singular, con algunas escenas fantásticas (la piscina) y con un poso que cumple su propósito de dejarte con un ligero mal cuerpo.