2’5 Butacas de 5
Noah Baumbach firma su película más decepcionante hasta la fecha, que es también, coincidentemente, la que lo ve en su faceta menos cínica. Hay pocas razones para defender la relevancia de inmiscuirnos en la vida de una estrella de Hollywood cuyo mayor problema, pareciera ser, es asistir a un homenaje en Italia celebrando su trayectoria, pero hay un par de razones que sí logran que lo que Baumbach presenta en Jay Kelly se sienta válido.

George Clooney interpreta a un avatar de sí mismo, la clase de actor que sobresale más por su carisma que por su talento, pero que finalmente triunfa porque era aquel que más quería lograrlo. Después de décadas de carrera y reconocimiento internacional, está rodeado de un séquito de facilitadores, desde su agente, (Adam Sandler) que lo complace en toda demanda, hasta su publicista (Laura Dern) que se exaspera por pedirle a la estrella un poco de reconocimiento. “Jay Kelly” son todos ellos, no solo Jay Kelly.

Una crisis de mediana edad se traduce en un viaje por Europa para llegar a la ceremonia, en el que, uno a uno, toda la red que rodea a la maquinaria que es Kelly se va desintegrando. Algunos por desilusionarse de él, otros simplemente por no priorizarlo. Jay Kelly se plantea cara a cara con la idea de que su ego y comportamiento lo han llevado a un punto de displicencia que ya no es soportable ni por su familia ni por la gente a quien le paga por seguirlo a todos lados. Y todo esto es filmado por Baumbach con una suavidad que nos hace extrañar sus estudios de personaje más mordaces (estamos lejos de Greenberg o Margot en la boda), recayendo en sensiblerías trilladas y pasajes oníricos que, lejos de lo que logró Bergman en la temáticamente similar Fresas salvajes, resultan expositivos y poco novedosos.

Pero hay honestidad también. La estructura narrativa permite la entrada de una docena de personajes secundarios que iluminan diferentes facetas de la estrella. Aquí, Sandler en particular, Riley Keough (como la hija mayor de Kelly) y Billy Crudup (un antiguo amigo de la infancia que no lo logró como actor) logran los momentos más emocionantes y sinceros, que nos permiten ser testigos de cómo sus expectativas han sido defraudadas por Kelly durante ya demasiado tiempo.

No llega a ser una crítica al star system moribundo, pero sí una mirada compasiva a aquellos que pensamos que no la merecen por tenerlo todo. El problema es que, como al mismo Jay Kelly, no nos termina por quedar claro quién es él, por qué se permitió llegar a este punto y a dónde irá después del viaje que se nos presenta. Así es difícil que compartamos la admiración que la misma película le brinda.

