'El sendero azul': un viaje fantástico, bello y luminoso

'El sendero azul': un viaje fantástico, bello y luminoso

3’5 Butacas de 5

El agradable extrañamiento que produce El sendero azul tiene que ver con presentar una premisa distópica con un naturalismo que se aleja de las claves de ese género. Conocemos a Tereza (Denise Weinberg) cuando se le advierte que ha alcanzado una edad –77 años– en la que ya no es de utilidad para el país, por lo que debe ser reubicada a una colonia alejada creada especialmente para enclaustrar ancianos.

La película se entretiene mostrándonos una sucesión de situaciones absurdas al respecto: a Tereza le cuelgan una escultura de oro en la fachada de su casa para celebrar su edad, la obligan a ponerse pañales aunque no los necesite y le exigen la autorización de su hija para cualquier gasto financiero importante.

El director Gabriel Mascaro utiliza la comedia para naturalizar las formas en que el autoritarismo se ha instalado en este territorio, que podría ser Brasil o no, que podría suceder en el futuro o ahora mismo. Es una crítica al modo en que tratamos y no entendemos a los adultos mayores, cómo nos deshacemos de ellos cuando no nos resultan productivos y lo enmascaramos todo con un velo de agradecimiento.

Por eso es interesante la decisión de la protagonista: escapar. Lo que decide es no ser llevada a ninguna parte, y si no puede seguir trabajando o estar en su casa, pues entonces empezará una odisea por el Amazonas, navegando en barco, durmiendo en chozas y teniendo una serie de encuentros con personajes variopintos, recorriendo un ecosistema que entendemos que ella desconoce.

Y estos encuentros episódicos ofrecen distintas aventuras (alucinógenos vía baba de caracol, apostar todo el dinero que lleva encima, el sueño de volar en avión) nos hablan de Tereza, pero también la mantienen como un enigma; nos aclaran las reglas del universo al mismo tiempo que lo dejan fuera de nuestro alcance. Mascaro no busca que encajen todas las piezas de un puzzle que nos entregará una forma única de leer su filme, sino transportarnos en un viaje inusual, impredecible, bello y fantástico que nos puede hablar de la vejez, del capitalismo, de la esperanza o de los sueños, hay algo para cada uno, si es que nos dejamos llevar por él.

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