'The Wonderland': un mundo maravilloso que no termina de maravillar

'The Wonderland': un mundo maravilloso que no termina de maravillar

2´5 Butacas sobre 5

A estas alturas, Keiichi Hara ya es un viejo conocido para los aficionados a la animación japonesa. Tras una carrera de veinte años dedicada casi en exclusiva a dirigir los largometrajes de Doraemon y Shin Chan, en 2007 sorprendió con la original El verano de Coo, la primera de una serie de pequeñas joyas modernas entre las que se encuentran Colorful (2010) y Miss Hokusai (2015): un currículum nada desdeñable que, sin embargo, no basta para situarlo al nivel de superestrellas del anime como Miyazaki o Makoto Shinkai. Solo por eso, es de agradecer que Selecta Visión siga apostando por traer a nuestros cines las últimas novedades de este mundo que, por norma general, tan lejano resulta a las sensibilidades del público generalista.

Precisamente eso es lo que trata de hacer también The Wonderland, cuya premisa gira en torno a una adolescente llamada Akane que, por su cumpleaños, se ve transportada desde la tienda de curiosidades de su tía a una tierra fantástica que necesita su ayuda para sobrevivir. Por desgracia, el argumento no da mucho más de sí, y desde el principio la película opta por sacrificar su desarrollo narrativo a cambio de volcarse en el potencial visual y creativo de este universo.

¿Cuál es el problema de esta estrategia? Pues que, por más que aspire a lo contrario, The Wonderland se queda muy lejos del imaginario del Studio Ghibli, y sus escenarios, elementos y personajes están integrados con una fortuna demasiado dispar como para sugerir un todo con entidad propia. Tampoco los aspectos técnicos salvan la película: si bien nos encontramos ante una animación cuidada y de gran calidad, esta no brilla lo suficiente para compensar las carencias de una trama lineal y bastante predecible (sobre todo si uno no es nuevo en esto del anime).

Lo bueno (porque también lo tiene) es que The Wonderland es capaz de dejarnos algunas escenas tan divertidas que es una lástima que el film no optase por lanzarse al camino de la autoparodia, en lugar de contentarse con ser un coming-of-age demasiado salpicado de inspiración de Miyazaki. Por otro lado, también el oscuro diseño del antagonista y de los entornos en los que este se desenvuelve (un curioso contrapunto del carácter naif que caracteriza casi toda la primera mitad) son bastante acertados, pero a la larga saben a poco.

En conclusión, The Wonderland alegrará a quienes deseen disfrutar en pantalla grande de las novedades que nos ha dejado la animación japonesa en este 2019, pero sus carencias y convencionalismos pueden hacer que los seguidores más acérrimos del anime se sientan desencantados.