'El Oficial y el Espía': En busca de la verdad

'El Oficial y el Espía': En busca de la verdad

3´5 Butacas sobre 5

No deja de resultar curioso que el director de El Oficial y el Espía sea el mismo que el de Repulsión o La semilla del diablo. Todo el desfase y lo grotesco del cine de Polanski parece haber desaparecido en su última película. Ni rastro de lo erótico, las extrañezas o la atmósfera asfixiante -aquí tendríamos una simplemente cargada, pero no del mismo peso que en sus grandes obras maestras-. Sin embargo, estamos ante una de sus cintas más pulcras y limpias en mucho tiempo.

Lo que de entrada parecería una decepción, sigue siendo un ejercicio justificado y más que solvente. La última película del polaco vuelve al rigor histórico, tal y como lo hizo con El Pianista. A finales del siglo XIX Alfred Dreyfus, un capitán del ejército francés fue acusado de traición por espiar para Alemania y condenado a cadena perpetua en una isla solitaria. Pero Georges Picquart comienza a cuestionarse una serie de preguntas sobre el caso en cuestión. Bajo lo que a primera vista es un thriller político sobre la veracidad de esas acusaciones se erige una película que presenta una clara denuncia al sistema y al gobierno.

Y es que ahí se presenta la mejor baza de El oficial y el Espía: no tener un claro enemigo. Es sencillo contar con un bueno y un malo, pero cuando “el malo” es intangible, todo se vuelve complicado. Los enredos e investigaciones sobre las falsas pruebas de acusación son una continua denuncia a la corrupción y las mentiras que sirven a determinados intereses. Para enfatizar esto resulta más que efectiva una machacona banda sonora y unas portentosas interpretaciones, especialmente por parte de su protagonista. Además de cumplir una función social, toda la cinta está compuesta a modo de thriller que envuelve y atrapa al espectador, cuyo único inconveniente quizás sea su excesiva duración.

En definitiva, una cinta notable. No estamos ante el mejor trabajo del director, ni tan siquiera uno de los más interesantes, pero resulta atractivo como deja atrás muchas de las características de su cine para zambullirse en nuevos estilos y formas de contar historias.