'La Maldición del Guapo': Un baile de máscaras picarescas

'La Maldición del Guapo': Un baile de máscaras picarescas

2´5 Butacas de 5

La galantería y la picaresca son dos elementos que nuestro cine ha usado a lo largo de su historia. Desde las películas de Pajares y Esteso, la clase de Arturo Fernández y las cómicas maniobras de Antonio Ozores. Ejemplos que a lo largo de los pasajes de nuestro cine, han llenado de carcajadas las salas de cine. ¿El motivo? Bien porque eran otras épocas en las que el público demandaba ciertos aspectos a las películas o porque la comicidad funcionaba desde el principio hasta el final.

La Maldición del Guapo es una comedia de corte clásico con los ingredientes de la picaresca, la cortesía y la elocuencia de sus interpretes, afinada por el guion de Beda Do Campo Feijoó quien también realiza las labores de dirección. Una película blanca en su humor, pero sostenida principalmente por sus intérpretes. Son los diálogos de la película, con la picardía porteña lo más destacable de un film que sin pretensiones dejará un buen sabor aunque uno se queda con la sensación de que podía haber sido mejor.

No estamos hablando ni mucho menos de la gran comedia del año pues quien espere emociones fuertes o un chiste detrás de otro se llevará sin duda una decepción. Aquí predomina el humor inteligente y unos finísimos diálogos llevados perfectamente por Gonzalo de Castro, Carlos Hipólito, Cayetana Guillén-Cuervo, Malena Alterio y Ginés García Millán.

Gonzalo de Castro interpreta a Humberto, un estafador que ya cumplió condena y que por motivos penitenciarios perdió la relación con su hijo, interpretado por el argentino Juan Grandinetti. El argentino es un apuesto trabajador de una joyería al que le sustraen unas joyas a través de la denominada maldición del guapo, que es ni más ni menos que aprovecharse de la elegancia de una persona y su amabilidad para terminar robándole los cuartos.

Otra de las tramas secundarias que presenta el film es precisamente la de cerrar las heridas entre padre e hijo, circunstancia que se agradece haberla tomado en forma de comedia aunque al final nos terminemos riendo a diario de las desgracias ajenas.

Presentadas las cartas de lo que podía ser una comedia negra y con mucha picardía, la película termina convirtiéndose en una historia de corte clásico, humor blanco y con un baile de máscaras ficticias que su elenco representa y que nadie es quien dice ser.

La Maldición del Guapo no decepcionará a quienes busquen un largometraje amable que les saque una sonrisa socarrona en estos tiempos. Quizás se le pueda pedir más a una historia que con una simple premisa y los ingredientes de su elenco, podrían haber explotado con un tono más gamberro, aun así, se agradece ver películas que no nos hagan pensar y que aunque nos den gato por liebre uno salga del cine satisfecho.