'La amabilidad de los extraños': Héroes sin capa

'La amabilidad de los extraños': Héroes sin capa

3 Butacas de 5

El título de la última película de Lone Scherfig (An education, One day), La amabilidad de los extraños, augura algo dulce y bienintencionado. Y así es. La película, pese a tener un arranque crudo en el que una mujer huye junto a sus hijos de su marido maltratador, rápidamente adquiere el tono que esperamos por su título. Con el pretexto de una posible denuncia de estas situaciones tan terribles, la protagonista se dirige a Nueva York sin saber muy bien qué va a hacer. Sin familiares que se puedan hacer cargo de ella, sin amigos, sin conocidos… Así que se verá obligada a subsistir como buenamente pueda a merced de las personas caritativas.

Con el atractivo de estar protagonizada por Zoe Kazan (La gran enfermedad del amor, La balada de Buster Scruggs) la cinta se convierte en una fotografía de la misericordia y la compasión por el prójimo. No es casualidad que gran parte de la cinta se desarrolle en grupos de apoyo e iglesias, aunque la directora danesa se encarga de mostrar que la amabilidad y la caridad no residen exclusivamente en aquellos lugares, sino que pueden brotar en cualquier otro sitio.

Bajo este discurso sincero y bonito, la cinta que inauguró la Berlinale del año pasado pivota sobre varios personajes en una triple narración que no acaba de funcionar, pues de las tres historias únicamente es una la que atrae la atención del espectador. Y, una vez quedan unidas, los personajes secundarios terminan por perjudicar a la trama principal debido a un desarrollo precipitado, si no nulo.

Si bien el elenco de secundarios y las acciones que realizan parecen forzados, la bondad que reside en la historia principal hace que el conjunto valga la pena. Zoe Kazan está fantástica y en sus actos para dar de comer a sus hijos confluyen la belleza y la tristeza. La primera por ver tanto amor; la segunda porque haya personas reales que se encuentran en esa situación.  

Sin llegar a ser una película de denuncia social, la cinta de Scherfig se postula como un retrato agridulce de la soledad que, en los tiempos que corremos, quizás es más necesario de lo que pensamos. A fin de cuentas, queda un filme bonito sobre héroes cotidianos, aquellos que no llevan capa.