'Els Encantats': hechizados por la emoción y el dolor

'Els Encantats': hechizados por la emoción y el dolor

ENTREVISTA: Elena Trapé eleva las emociones y el duelo personal en ‘Els Encantats’

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El duelo personal es una de las sensaciones más amargas que debe soportar el ser humano. No tiene que ser únicamente sobre la pérdida vital de un ser querido, tiene que ver también con nuestra propia muerte en vida al sentir el abandono de alguien. Un despego emocional que nos deja obnubilados, hechizados o encantados.

Es precisamente ese encantamiento de sensibilidad el que propone Elena Trapé en ‘Els Encantats’. El nuevo largometraje de la cineasta es una reflexión interior acerca de la maternidad, de tratar de reponerse al despego de una hija tras sufrir una separación sentimental. Esa pérdida del amor, de lo que nos mantiene vivos cada día y que nos lleva a reencontrarnos con nosotros mismos para sanar las heridas.

Tras ‘Las Distancias’ Elena Trapé vuelve a poner el foco en el desencantamiento de nuestras propias vivencias emocionales como padres. En este caso eleva la maternidad a un punto mucho más celestial a través del dolor y la necesidad de sanar para cerrar unas heridas que escuecen. Laia Costa (‘Cinco Lobitos’) asume el papel protagonista demostrando una vez más que es una de las actrices más brillantes que tenemos a día de hoy. Su interpretación no solamente conmueve, lleva los silencios y las miradas a una profundidad que sumerge al espectador en una catarsis de pura emoción.

‘Els Encantats’ habla sobre los conflictos individuales que se producen en el interior de nuestras vidas. Un largometraje que permite captar a través del propio contexto de la naturaleza el recorrido de la protagonista, transmitiendo a través de la historia una sensación que estalla gracias al amor.

Inseguridades, miedos, la necesidad de curar heridas y el dolor de la culpa son otras de las aristas de una película valiente, llena de emociones y que vuelve a demostrar la excelente capacidad de Elena Trapé de elevar la sensibilidad a la cima sin necesidad de caer en la pedantería.